jueves, 27 de octubre de 2011

Beautiful Losers.




You know what's wrong with you, miss whoever-you-are? You're chicken! You got no guts. You're afraid to say O.K. life's a fact. People do fall in love. People do belong to each other, because that's the only chance anybody's got for real happiness. You call yourself a free spirit, a wild thing. You're terrified somebody's going to put you un a cage. Well, baby, you're already in that cage. You built it yourself. And it's not bounded by Tulip, Texas or Somaliland. It's wherever you go. Because no matter where you run you just end up running into yourself. Here.I've been carrying this thing around for months. I don't want it anymore.

George Axelrod, Breakfast at Tiffany's. From the novel by Truman Capote.




Creo que soy un tipo de gustos muy variados. Si alguien me pide que haga una lista de mis diez películas favoritas aparecerían cosas de muy distintos géneros (quizás otro día dedique un post a esa lista). Pero siempre se colarían en ese top 10 dos películas que yo considero comedias románticas. El Apartamento y Desayuno con Diamantes. ¿Comedias? Sí, para mi las dos son muy divertidas, aunque hay algo significativo en que mis dos comedias románticas favoritas sean películas de un poso decididamente triste. Para El Apartamento ya encontraré hueco (¿el mejor guión de la historia del cine, tal vez?). Hoy toca la película de Blake Edwards a modo de homenaje tardío.

No voy a hablar de lo de siempre, de la antipatía de Capote hacia Audrey Hepburn y del final feliz que no tenía su novela corta, ni de la degradación de la increíble composición de Audrey Hepburn hasta convertirse en icono pop de baratija, ni de la increíble partitura de Mancini. Esta película puede que sea junto con La Semilla del Diablo (un par de peldaños más arriba en mi top 10) la película que más veces haya visto en mi vida. La vi por primera vez con 16 años (mi madre me la tenía prohibida porque aquella revista infecta que se colaba en nuestra casa cada mes, MUNDO CRISTIANO, le concedía la calificación de "para adultos - con reparos"), y sentí una mezcla curiosa de ligera decepción y fascinación. Volví a ella muchas, muchas veces, en momentos muy distintos. Y siempre había algo nuevo, algo por descubrir. De hecho acabo de verla ahora mismo y de nuevo ha tocado teclas en lugares por los que antes la película pasaba de puntillas. Quizás esa sea la verdadera marca de un clásico. Conseguir mantenerse siempre nueva, siempre distinta, por muchas repeticiones y muchos años que le pasen por encima.

Hoy me he quedado prendado con ese Doc, marido enamorado de una Lullamae que ya no existe. Un tipo empeñado en domesticar animales salvajes heridos, incapaz de aprender nada a cada intento, sabiendo que volverá a sanar el ala rota de un halcón, la pierna de un caballo salvaje, el corazón de una jovencita inquieta, solo para ver como cada una de las criaturas que atiende huye lejos de él una vez están sanados. Y con Paul, ese escritor que no escribe, un mantenido cuya verdadera ocupación roza los limites de la decencia, por no hablar de la legalidad. Y con Holly, o como-quiera-que-se-llame. Una auténtica farsante que se cree sus propias mentiras y que huya donde huya siempre termina por caer en la trampa que ella misma se ha fabricado. Qué personajes más tristes para levantar una comedia. Pero en el fondo las mejores comedias son las que duelen, porque esa risa a costa del dolor ajeno reconocido es una risa que cura. La sonrisa ganada a las lágrimas siempre es más honda que la que no duele.

Leí en algún sitio con absoluto terror que para ser escritor hay que haber vivido mucho, pero sobre todo hay que haber sufrido mucho, creo que salía de la boca de Borges esta afirmación. Y puede que sea verdad. 

Imagino que un texto como este no sale de la nada. Hay que haberse enamorado muchas veces de animales salvajes que llegan heridos y una vez sanados vuelven por donde vinieron para llegar a contar algo así. Sin duda hay algo de Capote en los tres personajes. El hombre enamorado de criaturas tan fascinantes como inalcanzables. Capaz de atraer momentáneamente la atención de una criatura herida que tarde o temprano habrá de abandonarle. El escritor bloqueado por un éxito prematuro. El animal social que busca enterrar en fiestas y alcohol una profunda tristeza. Sólo desde dentro se puede comprender a personajes así. Hay detalles que nunca pueden ser perceptibles a un observador exterior. Pero es esa misma valentía para desnudarse parcialmente en cada uno de los personajes la que hace que sus historias tengan ese impacto. De alguna manera al hablar desde dentro se llega a la verdad. Y en ese triángulo consigue sintetizar las fases por las que cualquiera pasará en su vida. Holly, el animal en busca de cariño y de su propia identidad. Alguien que cree que por siempre será joven y que nunca por eso tendrá que renunciar a nada. Alguien que cree equivocadamente que si el amor es una jaula, al menos que la jaula sea de oro, porque siempre habrá más cosas fuera que perderse que las que pueda haber nunca dentro. Paul, el cínico que se ha rendido pero es capaz de reconocer la oportunidad cuando le pasa por delante, y peleará con uñas y dientes por guardar lo que es valioso ahora que ha aprendido a reconocerlo. Y Doc, para quien ya es tarde. Alguien a quien la vida ha maltratado y se empeña en volver a un hogar que ya no existe, alguien que ya no sabe mirar hacia delante y sufre mirando siempre atrás. Ahí están las fases por las que cualquiera puede pasar. Con un poco de suerte nos quedamos en Paul sin llegar nunca a Doc. O si caemos en Doc, siempre se puede intentar volver a Paul, sin pasarse y volver a Holly...

Pero claramente para crear estos personajes hay que haber caminado en sus zapatos. Es curioso que muchas de las plumas más divertidas y mordaces hayan compartido ese mismo grado de coqueteo con la tristeza, cuando no directamente la autodestrucción, ahí está Dorothy Parker, autora de mil relatos divertidísimos y de joyas como este pequeño poema:

Razors pain you
rivers are damp
acids stain you
and drugs cause cramp.
Guns aren't lawful
nooses give
gas smells awful
you might as well live. 

Creo que algo así, desgraciadamente, sólo se le puede ocurrir a alguien que ha contemplado seriamente el suicidio, y con cierta distancia se permite reírse de ello. Después de ver algo tan contundente uno siempre se siente muy humilde. Cuando no directamente inútil, pensando que nunca podré escribir algo así de bueno. Por otra parte, siempre he pensado que cuando escribo estoy solucionando lo que no puedo solucionar en la vida. Estoy haciendo una cura mágica de lo que no puede, pudo, o podrá ser. Si para llegar a escribir lo que he escrito tenía que pasar por lo que he pasado, pues bendita sea esa escritura que cierra mis heridas y con suerte, las de algún espectador anónimo que nunca llegaré a conocer.

Dicen que la comedia no es más que tragedia desde la distancia. Espero que si ese es el único camino, la vida me trate lo suficientemente bien como para no verme impulsado a escribir nunca una comedia.  Aunque sea una tan deliciosa como Desayuno con Diamantes.

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